El blog de Miguel García Loizaga

Ausencias

Tiempo raro en mi cabeza al cepillarme los dientes frente al espejo

Suena el agua del interior de la cisterna.

Me miro y ya no me asusto -un poco tal vez-
ni me compadezco
sería guay cierta nostalgia
o melancolía
pero es solo la sempiterna tristeza mirando desde el otro lado

Siento una brisa desde la ventana entreabierta.

Adherido a ella desde mil novecientos ochenta y pico
como un parásito inconsciente
e insomne
su puto piercing

El sonido de un coche por la calzada.

Y me envuelvo en la belleza de la palabra ausencia
y le hago fotos
y le mido la cintura
y la observo de arriba a abajo
mientras bailamos

Gotea el grifo del lavabo.

Es un aún que duele
más que cien todavías

El amigo que falta
e hizo la foto sobre estas líneas

Son las otrora cálidas presencias
que se han alejado
vertiginosamente
lógicamente
definitivamente

Es una caricia inerte
una lágrima que no brota
la estéril semilla de un gesto sin destino

Y entonces se transforma
en una pequeña muerte
que mutila mi entendimiento

Ya no suena la cisterna, ni el grifo, ni los coches. Ni hay brisa.

Ahora estoy en el suelo
enroscado al inodoro
Y la tristeza me sigue contemplando
pero desde arriba

Y descubro su rostro en contrapicado:
tristeza sin metáforas
tristeza sin testigos
mojando mis ropas y mi paraguas

Tristeza orgánica
sin estética
cruda como la carne de un animal muerto
obstruyendo espacios
confundiendo noches
dejándose respirar…

Sigue sin sonar nada mientras trato de incorporarme.

Se ríe de mi dolor -el golpe ha debido ser fuerte-
comprendo lo que ha pasado
una punzada atraviesa mi espalda
¿dónde están las malditas gafas?

Mañana le pondrá nombre un médico
tengo una amiga a la que le pasa

Ella las llama ausencias.

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